Las películas futuristas de hace 50 años hablaban de coches voladores que, hoy por hoy, siguen siendo ciencia ficción –aunque el desarrollo de la aeronáutica compensa, en parte, los prototipos que aparecían en estos filmes-. Sin embargo, la idea de los vehículos sin conductor no es tan descabellada como podría parecer según se dice.
De hecho, y tal y como explican desde el semanario The Economist, tanto el desarrollo tecnológico como el nivel actual de la industria en el mundo permiten mantener el optimismo respecto a la creación y, sobre todo, la comercialización de vehículos en los que el conductor sea un simple apoyo o, directamente, no sea necesario.
La base esencial de esta idea es, precisamente, el empleo del "piloto automático" en barcos o aviones. Si los investigadores e ingenieros han sido capaces de desarrollar este tipo de herramientas que llevan décadas funcionando sin ningún problema, ¿por qué no podría desarrollarse una tecnología similar para vehículos terrestres?
Desde The Economist analizan tanto sus puntos positivos como sus puntos negativos. Entre los beneficios que aportaría se encuentra el hecho de que descongestionaría notablemente la circulación en las ciudades, ya que no sería necesario aparcar –el vehículo simplemente transportaría pasajeros y volvería al lugar que se le indicara-, o que se evitarían muchos accidentes de tráfico, dado que la mayoría se producen por errores humanos.
Por otra parte, menciona que, si bien es cierto que los profesionales de la conducción –taxistas, transportistas, chóferes, etc.- deberían buscar trabajo en otros sectores, aumentaría la oferta para profesionales especializados en software y electrónica, y que, por ejemplo, las empresas de alquiler de vehículos podrían abrir nuevos mercados basados en la automatización de sus servicios.
No obstante, y tal y como especifica el artículo del semanario británico, nadie puede determinar cuándo podría llegar al mercado este tipo de vehículos. Aunque, según un informe de KPMG y el Centro de Investigación Automotriz en Michigan, y tomando como referencia al gigante Google -que ya está probando su propia flota de coches autónomos- podrían aparecer en las calles de cualquier ciudad "más pronto de lo que pensamos".